Crisis moral y cívica

 Las memorias de Morla Lynch, surgidas desde un escritorio de la propia Moneda, reiteran y se hacen eco de tres tópicos permanentes en la literatura o en el ensayismo del período parlamentario: la crisis moral, la venalidad política (rotativa ministerial) y la cuestión social. Ya en 1900, Enrique Mac Iver, en el Discurso sobre la crisis moral de la república, expresó el mismo tono de malestar que caracteriza muchas páginas de Morla Lynch: "me parece que no somos felices, se nota un malestar que no es de cierta clase de personas ni de ciertas regiones del país, sino de ...la generalidad de los que lo habitan. La energía para la lucha por la vida (se ha trocado) en laxitud, las expectativas en decepciones". El gran problema según el político radical es "la moralidad pública", la falta de cumplimiento del deber, el que la mayoría posponga el bien común por el propio. Entiende la moralidad pública como aquella que es fijada por las necesidades de la sociedad, por el desarrollo de las facultades humanas y sociales y por el bien común.

 Domingo Melfi, a propósito de las Memorias (1915) de Abraham König y de otros políticos de la década dice que "son páginas desconsoladoras, llenas de menudencias, de acusaciones a hombres que entonces parecían ser los ejes de la situación" pero que en las memorias aparecen desmedrados, en promiscuidad con intereses de poca monta, "entregados casi por entero a la tarea esterilizadora de subir y bajar hombres por las escaleras de los ministerios". La política -dice uno de esos memorialistas- está cada día más sucia "el país está profundamente corrompido. La gente se ríe cuando se habla de patriotismo, de desinterés o de amor a la tierra".(11)

Desde la derrota de Balmaceda en 1891 hasta la elección de Arturo Alessandri (1920) y aún hasta 1925 (fecha en que se renueva la Constitución) el poder reside en el Parlamento. Conocido como parlamentarismo o república oligárquica, éste período fue duramente criticado por la rotativa ministerial, y porque generó -se dice- una situación estructural favorable a la política de círculos, al cohecho, al espíritu de fronda (aristocrática) y a las pasiones de los partidos. Frente a esta visión negativa del parlamentarismo, hay sin embargo otra que lo valora en la medida que significó la implantación de una cultura política basada en la flexibilidad, en el compromiso y en la negociación (a la que tenía acceso básicamente la elite); una cultura que contribuyó empero a que el país pudiera ir absorbiendo a sectores medios y populares dentro de un sistema partidista de corte democrático.(12)

 Que hubo una rotativa ministerial y desgobierno resulta, sin embargo, indesmentible. En la presidencia de Germán Riesco (1901-1906) 17 gabinetes y 73 ministros (un promedio de tres cambios de gabinete por año); en la de Pedro Montt (1906-1910) 11 gabinetes y 42 ministros y en la de Ramón Barros Luco (1910-1915) 15 gabinetes y 55 ministros. Cuando Morla Lynch habla de "crisis interminables", de "inercias gubernativas" y de venalidad política, se trata de opiniones sustentadas en base a la realidad, emitidas una y otra vez por intelectuales y creadores de la época.

 

Contexto Cultural y Textos Críticos
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