La corte de Versalles

 Hacia fines de agosto de 1910, cuando faltan apenas unas semanas para la celebración del centenario, continúa, según las memorias de Morla Lynch, la confusión. A pesar de la incertidumbre sobre la realización de las fiestas, se comienza a hacer la "toilette" de la ciudad, produciéndose entorpecimiento del tráfico. El 21 de agosto, por primera vez en Chile, vuela un avión, Cesar Coppeta logra mantenerlo en el aire durante un rato ante una concurrencia extasiada. No deja de ser sintomático que Morla Lynch señale que en medio de las dificultades es la naturaleza (la cordillera de los Andes y el mar) la que da ánimos para seguir adelante. "En septiembre -dice- renace la confianza... las fiestas y el centenario van tomando el colorido de la Corte de Versalles bajo el reinado de Luis XV". No todo era tan versallesco. "De repente -dice Morla Lynch- me vi rodeado de pueblo, medio desvanecido por un vaho formidable a empanadas, cebollas y olor a surtido..."

 La comparación de la fiestas con la Corte de Versalles y la sorpresa ante el "vaho de cebollas" que experimenta Morla Lynch no son casuales. Connotan el carácter "cortesano" y aristocrático que tuvo la celebración. En efecto, damas de la elite, designadas por el gobierno, fueron a Argentina en representación de Chile para la celebración del Centenario de ese país; damas de la aristocracia, designadas por el gobierno, son las que ofrecen a un acorazado de la Escuadra Nacional una bandera elaborada por ellas; damas de la aristocracia son también las que atienden a las delegaciones extranjeras. Se habla en la época no de la "limpieza" u "ornato" de la Ciudad sino de su "toilette". Joaquín Edwards Bello, en una crónica de los festejos, dice : "esta ciudad sueña con París...usar palabras francesas quiere decir refinamiento". Recuerda que en las carreras del 20 de septiembre en el Club Hípico, realizadas como parte de la celebración, "ganó el caballo chileno Altanero"; fueron, dice: "cinco días de banquetes y recepciones...abotagados sus panzas, llenas de caviar, de foi gras, de aspergés, de dendou rôti y de champagne". (14)

 En el espacio comunicativo, periódicos de la elite, como por ejemplo El Mercurio, reflejan la autoconciencia de la oligarquía de ser protagonista casi única de la historia del país. Según un estudio de Ricardo Krebs las legitimidades valorativas que se utilizan en los artículos del diario siguen un patrón claramente aristocrático, son siempre adjetivos como "distinguido", "elegante", "espléndido", "fino", se habla de "sport", de la Opera y del "municipal", espacios éstos en que se exhibe la distinción, el cosmopolitismo y la pertenencia social.

 También el diario publica artículos sobre mortalidad infantil, viviendas miserables y alcoholismo, pero siempre con una mirada filantrópica, caritativa; artículos escritos por "redactores que no ven en esos grupos sociales protagonistas activos del proceso social"(15). Se trata de aspectos negativos que son examinados con la preocupación por "el-qué-dirán-los-extranjeros-que-nos visitan". Los sectores medios tampoco aparecen como protagonistas.

Contexto Cultural y Textos Críticos
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